He aprendido a escribirte entre aquellos
caminos blancos que me llevan a descifrar tu piel; a escribirte a través de tus
pensamientos que entrelazados en mis dedos me hacen dibujar
tus dulces y misteriosos sentimientos; ocupas esas líneas de vida que le dan permanencia
a mis inspiraciones infinitas.
He aprendido a leerte entre solitarias
palabras en donde cada letra está colmada de oraciones furtivas, azules fantasías
e impenetrables razones que susurras suavemente a mis oídos; he aprendido a
leerte entre invisibles e intensas promesas que le conceden a estas dos almas
la oportunidad de continuar unidas en la inmensidad del universo.
He aprendido a soñarte en cada atardecer
cuando los tenues destellos de sol caen ilusionados como gotas de agua por mi
ventana; he aprendido a soñarte contándome aquellas historias inconclusas que vienen
sin motivos ni caducidades; sueños de cuentos hermosos que dibujan sonrisas traviesas
en espacios secretamente inacabables.
¿Y tú… Has aprendido a amarme?